
Diciembre, época de perdonar
Por Yazmin Garnica Carbajal
Cada vez estamos más asqueados por todos los problemas a los que nos enfrentamos y vivir en un país donde la corrupción, impunidad e inseguridad son el pan nuestro de cada día.
Estamos tan hambrientos de esperanzas y tan necesitados de oportunidades que, ante su ausencia, nos duele más ver a nuestra gente sin ninguna posibilidad de que su vida mejore, sino todo lo contrario.
Se dice que diciembre es un mes para reflexionar, para perdonar, para acercarte con tus seres queridos, para gastar el aguinaldo en cubrir las carencias o deudas que se tuvieron durante todo el año, bueno, esto para quienes tienen el enorme privilegio de percibir un aguinaldo.
Diciembre también es el mes que nos permite analizar y observar que el sistema en el que vivimos cada vez nos tiene más amolados, que el dinero alcanza para menos y los gastos son más, que nos llenan de tanta publicidad que el que no compra en este mes se siente pobre, perdón, rectifico, pobres ya estamos.
Es cierto, también es época de perdonar, pero no a nuestros familiares o amigos, sino de perdonarnos a nosotros mismos por permitirnos vivir en un país que día tras día empeora; por permitir que quienes están en el poder sean los únicos que disfruten de la bendición que es vivir en México; por permitir que al salario mínimo se le haya hecho un insultante incremento de apenas 8.32 pesos que no alcanzan para nada, cuando, por ejemplo, un tanque de gas LP de 20 kilos subió de precio en un 37 por ciento en los últimos tres meses.
Lo peor es que nos quejamos de todo y no hacemos nada, nos ponemos el pie entre nosotros mismos. En lugar de quejarnos deberíamos actuar como personas sensatas, no creyendo en supuestos Mesías que van a venir a salvar al país, en exigir nuestros derechos, pero también cumplir con nuestras obligaciones como ciudadanos.
Por otra parte vemos cómo el número de desempleados aumenta, existen menos oportunidades enfrentarse a la vida; la violencia crece, hay más corrupción.
Pero, ¿por qué se incrementa el desempleo?, entre otros factores, por la ausencia de una sana competencia laboral. Si un desempleado utilizara sus conocimientos o su talento podría autoemplearse o iniciar algún proyecto empresarial, sin tener que caer necesariamente en actos de corrupción ni en acciones turbias de carácter laboral o administrativo en su propia empresa. Más aún, si el desempleado contara con educación media o superior, tendría mayores oportunidades de planear estrategias que le permitieran impulsar su propio negocio.
Estas son vías para frenar la delincuencia, ya que el desempleado en su desesperación dejaría de planear estrategias para delinquir, es decir, secuestrar, robar o asaltar y no ser aprehendidos, porque hasta para eso debe tenerse talento y ser un genio.
Este sistema económico, político y social nos ha llevado a cometer atrocidades como personas, por ello es necesario prepararnos para sobrevivir y adaptarnos a estas condiciones de vida. Así hemos logrado sobrevivir en la insensata guerra contra el narcotráfico declarada por el entonces presidente panista Felipe Calderón o a la alza del dólar cuando su precio llegó a superar los 23 pesos. Quizá ahora tengamos que enfrentar otra adversidad en la figura de Meade, y si lo hacemos con preparación el panorama podría ser diferente.
Sí, es tiempo de perdonar, pero a nosotros mismos por la forma en que vivimos y que no hemos querido participar en su transformación; por no defender nuestros derechos como trabajadores, como ciudadanos; por conformarnos con las migajas que nos tiran.
Y no me refiero a que tengamos que levantarnos en armas, eso no garantizaría nada, pero sí que estemos más y mejor preparados para enfrentar las adversidades de todo tipo.
Es deseable que el próximo año no pase como hemos pasado los últimos sexenios, sólo mirando cómo transcurren los días, en medio de una vida llena de mediocridad y frustración.
Frente a este escenario nos debe quedar claro que la falta de educación y cultura es la que alienta el rezago social y la mayoría de nuestros males como sociedad.