Foto: tlaxcultuarte
Omisión en las ruinas del Portal Hidalgo de San Pablo Apetatitlán
Raúl Contreras Flores
A más de un año de distancia, el derrumbe ocurrido en el Portal Hidalgo de San Pablo Apetatitlán permanece sin recibir la atención necesaria por parte de las autoridades correspondientes.
Fue la noche del 18 de julio del año pasado cuando el citado inmueble, cuya construcción data del año 1886, se vino abajo a causa, presumiblemente, por el exceso de humedad concentrado en muros y techo, producto de la presencia de intensas lluvias de aquellos días.
Foto: tlaxcultuarte
No obstante, el principal factor fue el evidente descuido y abandono en el que incurrieron sus propietarios, quienes a la fecha aún no han podido ser plenamente identificados, aunque todo apunta a que es el municipio el propietario de este inmueble siniestrado.
Al respecto, Karla Muñetón, reportera de El Sol de Tlaxcala, apunta en la edición del pasado lunes 23 de julio que: Días después del derrumbe del portal fue aclarado que la propiedad fue donada al ayuntamiento de San Pablo Apetatitlán, en la gestión del entonces alcalde Ernesto Ordoñez Carrera, y si bien anteriormente pertenecía a la planta Eco Industrias San Rafael, en 1992 fue entregada al gobierno municipal con el fin de beneficiar a la sociedad.
Si así fuera, entonces la responsabilidad absoluta recae directamente en la autoridad municipal, y es el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) quien debió iniciar el procedimiento jurídico correspondiente para aplicar la penalización que marque la ley, ya que se trata de un asunto que está dentro de su ámbito de competencia, recordemos que se trata del derrumbe de un inmueble histórico-arquitectónico.
Foto: tlaxcultuarte
Sin embargo, a la fecha se desconoce el status legal en que se encuentra este caso; lo que sí se observa es el grave riesgo que representan para los ciudadanos los restos de la obra que aún permanecen de pie, ya que en cualquier momento se pueden venir abajo y provocar fatales consecuencias. Cada día que pasa su deterioro aumenta, y las construcciones colindantes también pudieran llegar a presentar alteraciones en su estructura, ya no digamos el pedazo de paredón que alguna vez formó parte de la fachada principal del inmueble siniestrado.
En esta caso, tanto las actuales autoridades municipales de Apetatitlán como las del INAH Delegación Tlaxcala, incluidas las de Protección Civil municipal y estatal, están incurriendo en omisiones tales que no se quisiera que, al clásico estilo mexicano de, ahogado el niño, a tapar el pozo, si se llegara a caer lo que resta del inmueble encima de algún indefenso ciudadano, nuestras heroicas autoridades se dignarán en levantar, ahora sí, los escombros y demoler los restos del inmueble, con el otro clásico mexicano, disculpe usted.
¡Aguas! Ya se acerca el 19 de septiembre. Qué conste.