Santos/Foto: tlaxcultuarte
El grito silencioso de los migrantes
Raúl Contreras Flores
Tlaxcala, Tlax., 31 de agosto de 2018.- Reposaba en el albergue cuando escuché que el tren ya estaba saliendo, corrí, crucé la estación, el tren pasaba rápido, y al momento de montarme me estrellé contra un poste, caí lastimado y mi mano resultó la más afectada, me tuvieron que amputar tres dedos, esta es la voz de Santos, trabajador agrícola indocumentado de origen hondureño.
Foto: tlaxcultuarte
Igual que las aspiraciones de centenas de indocumentados que a diario transitan por territorio mexicano rumbo a los Estados Unidos en busca de mejorar su paupérrima situación económica y la de su familia, Santos también lo anhela, quiere irse pa’rriba.
Tras el accidente sufrido, alza la voz y acusa de corruptas a las autoridades, las que nunca van a hacer algo por la defensa de los derechos humanos de los migrantes.
Soltero, de 25 años de edad, Santos mantiene firmes sus esperanzas de llegar a trabajar a la nación norteamericana, en donde lo espera su familia. Atrás quedó el dolor de haber perdido tres dedos de su mano izquierda, voy pa’rriba, no hay regreso a Honduras, afirma tajante.
De la política anti migrante y xenofóbica aplicada por el mandatario estadounidense Donald Trump, Santos no tiene temor, su única ilusión es llegar a reunirse con su familia, de la que dice tiene ya muchos años de residir en aquel país, sólo que él fue deportado pero ya no quiere vivir en su tierra natal.
Sin embargo, a pesar de sus largos años de residencia, sus familiares aún no cuentan con documentos que les permitan legalizar su estancia, como lo sería la famosa Green Card.
Consiente de las precarias condiciones de vida que padecen miles de centroamericanos, el migrante hondureño alienta a sus compañeros de viaje, de sueños, de ilusiones, a que desde el momento que salen de su casa ya no se detengan hasta llegar a donde quieren estar, a pesar del peligro que corra su propia vida.
En su cuerpo quedará la huella imborrable de los postes asesinos de Apizaco, cuyo golpe le hizo comprender que quien llegue a caer en esta trampa inhumana puede perder hasta la vida.
Sheyla/Foto: tlaxcultuarte
Atenta a la plática, Sheyla, su paisana, nos platica también de sus aspiraciones y el por qué emprender esta aventura peligrosa, muy peligrosa, aunque duela decirlo, por todo lo que sufren los migrantes aquí en nuestro país, en México.
Salí de Honduras porque no hay suficientes fuentes de trabajo, por eso miles de personas salen del país arriesgando su vida, dejando atrás a su familia, todo, para darle una vida mejor, pero, lastimosamente, nunca se cumple el sueño que se tiene. En muchas ocasiones en el camino encontramos fracasos, sufrimientos; lo único que le pido a los hermanos migrantes es que vengamos con cuidado y con precaución, porque es difícil, es muy difícil, más cuando venimos con niños es más difícil, más riesgoso, pero siempre con la frente en alto y seguir adelante, porque nosotros sabemos qué es lo que se vive en Honduras. Nadie nos va a venir a decir si en Honduras hay o no trabajo, no, que no mientan porque en Honduras no hay trabajo, no hay fuentes de trabajo en Honduras. Te dicen, ve a sacar tus papeles para darte trabajo, y cuando regresas te dicen, ya no hay lugar, entonces, es difícil. Ante los ojos de Dios todos somos iguales, no importa la raza, el color, el físico, todos somos iguales, por eso lo que le pido a los hermanos de aquí de México es que no nos rechacen sólo porque somos de diferente color, sí, somos de diferentes países, pero únicamente estamos de paso buscando nuestro futuro. Hay gente que sí nos ha brindado apoyo, y Dios habrá de bendecir a esas personas porque sólo él sabe cómo le hacen para venir a regalarnos aquí en el albergue ropa o un plato de comida, pero también hay personas a las que se les pide un taquito y nos rechazan como si fuéramos de papel, nosotros somos seres humanos y nos duele que nos rechacen, porque no saben cómo es que se vive en Honduras, cómo sacrificamos nuestra vida para llegar hasta acá o hasta donde una puede llegar.
En esta peligrosa aventura Sheyla viajaba con su sobrino, quien se quedó con su mamá en la ciudad de Coatzacoalcos, su lugar de residencia y destino inicial de la migrante hondureña. Sin embargo, las pésimas condiciones económicas por las que atraviesa su familia hicieron que esta mujer decidiera continuar su viaje hacia los Estados Unidos en busca de una fuente de trabajo.
A pesar de que esta sensible mujer sabía de los riesgos que implica para los migrantes pasar por territorio mexicano, aun así tomó la decisión de abandonar su país.
t.- ¿Al salir de Honduras sabías de los peligros que se viven en México, lo que viven en este país los migrantes?
S.- Pues, me contaban y decían esto y esto otro, pero cuando una sale con fe todo es posible, porque con Dios todo es posible, aunque lamentablemente muy difícil.
t.- ¿Cómo fue tu travesía antes de entrar a territorio mexicano, sufriste los peligros, las amenazas, la violencia que se vive en México?
S.- No, gracias a Dios no, pero otras compañeras sí.
t.- Seguramente sabes que en México violan, matan o desaparecen a migrantes, ¿aun así tuviste el valor y sigues teniendo el valor para llegar a Estados Unidos?
S.- Sí.
t.- ¿Por qué?
S.- Porque mi sueño es construir una casa para mi mamá, y tengo fe en Dios que sí lo voy a lograr, trabajando honradamente uno cumple sus sueños y sus propósitos.
t.- ¿En qué vas a trabajar?
S.- No me importa si tengo que cuidar señoras, no me importa si tengo que lavar baños, no me importa hacer lo que sea.
t.- ¿Tienes conocidos en Estados Unidos?
S.- Sí, tengo amigas allá.
t.- ¿Te están esperando?
S.- No, sólo me dicen que me decida si voy a ir o no, porque por ratos ya me quiero regresar a mi país.
t.- ¿La situación que estás viviendo en México te hace dudar?
S.- Sí, es muy duro, muy difícil.
t.- ¿Te vas a volver a subir al tren y seguir adelante?
S.- ¡No, al tren ya no quiero subir!
t.- ¿Ya no vas a subirte al tren?
S.- ¡Ya no quiero, ya no quiero nada de tren ahorita!
t.- ¿Cómo le vas a hacer para llegar a los Estados Unidos?
S.- A pie, voy a caminar kilómetros y kilómetros.
t.- ¿Entonces al tren ya no te subes?
S.- ¡No, ya no, ya no!
t.- ¿Algo que quieras decirle a la gente que viene de paso rumbo a los Estados Unidos?
S.- Que sigan adelante, que sigan luchando, que no dejen sus metas ni sus sueños atrás.
t.- ¿No importan las amenazas del presidente Donald Trump?
S.- No importa, Trump no tiene corazón, es un alma del diablo, por qué separar a las madres de sus hijos, él no sabe lo que es tener un hijo.
t.- Como migrante, ¿qué le pides a las autoridades y al pueblo de México que los ven pasar?
S.- Que toquen su corazón, que nosotros no somos delincuentes, que si alguien comete un delito no por eso todos somos iguales, que no nos juzguen por igual, hay gente que en verdad viene a trabajar, a superarse, no a fracasar, porque por uno pagamos todos, lo único que les pido es que toquen su corazón, tan siquiera que nos miren, un vaso de agua o un taco no se le niega a nadie.