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Los medios y la construcción de la democracia
Raúl Contreras Flores
Frente al nuevo escenario político-social que se vive en el país, es necesario revisar el rol que juegan los medios entre los poderes y la sociedad, más aun si partimos de la premisa planteada por Manuel Buendía, en el sentido de que el periodismo es una profesión que contiene un ministerio social (SÁNCHEZ de Armas, Miguel Ángel. El enjambre y las abejas. Reflexiones sobre comunicación y democracia. Ed. UV / Fundación Manuel Buendía, México, D.F. 2003, pág. 9)
Para Miguel Ángel Sánchez Armas la metáfora atribuida al emperador y conquistador romano Marco Aurelio: Lo que no es bueno para el enjambre no es bueno para la abeja, expresa una máxima que los medios debieran tener inscrita en letras de oro en las redacciones como recordatorio de que su primer deber es con la sociedad y con los individuos que la integran, y no con los poderes. (Ibid, pág. 11)
Lo anterior viene a colación, a propósito de la renovación de la Legislatura local que en días pasados acaba de llevarse a cabo, en donde una de las expectativas a cumplir por parte de los diputados recién llegados, pero sobre todo de los que integraron la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES), es cumplir con el derecho a la información, respetar la libertad de expresión y transparentar la aplicación de los recursos públicos.
Ello implica transparentar los convenios y montos que a la fecha se tienen establecidos con los diferentes medios, ya que si bien éstos, ejerciendo con toda libertad sus funciones cuestionan y exigen resultados inmediatos a la naciente 63 Legislatura, en reciprocidad y en aras de contribuir a la construcción de la democracia, será sano que la sociedad conozca qué tipo de convenio y monto percibe cada medio por su trabajo periodístico.
Atrás deben quedar los chantajes y extorsiones presuntamente cometidos por algunos medios, ya que con estas prácticas lo único que ofrecen es mal informar a la sociedad al vender protección a sus clientes, en este caso, los poderes.
Este es el momento justo en que los medios internamente tendrían que preguntarse qué significado tiene para ellos el concepto de democracia, y una pregunta todavía más profunda, si contemplan en su propia agenda la necesidad de impulsar los cambios democráticos, tal como lo plantea Sánchez Armas, y que en estos momentos los requiere la nación.
El mismo autor considera que el valor de los medios estriba quizá más en su carácter político que en su naturaleza comunicadora o de difusión; y que en la gran mayoría de los ejemplos de penetración e influencia de los medios en los procesos sociales, se puede identificar una actuación política de los medios. (Ibid, pág. 14)
En este sentido, el planteamiento de efectuar una revisión del rol que juegan los medios en este nuevo escenario político-social es más que necesario, sobre todo cuando a lo largo de la historia se observa que éstos y la democracia se determinan de manera recíproca prácticamente en cualquier sistema de gobierno.
Hoy el país y, por supuesto, la entidad tlaxcalteca, requiere de medios que se involucren en la construcción de la democracia, se requiere de información veraz, objetiva e imparcial, aun a costa del riesgo que les implicaría dejar de recibir jugosos recursos económicos a través de la firma de perversos convenios.
Así lo demandaron más de 30 millones de mexicanos en las urnas el pasado primero de julio.
Dice Sánchez Armas que, ante una sociedad que apenas despierta a la exigencia como consumidora de contenidos mediáticos, los medios no se han visto impelidos realmente a replantearse su responsabilidad frente a la sociedad a la que dicen servir, salvo por la competencia, pues paradójicamente los medios responden más a las estrategias mercadológicas de sus competidores para ganar público, que a un franco compromiso social y ético con su audiencia. (Ibid, pág. 97)
En efecto, ética es lo que falta en muchos de estos medios, por lo que es necesario constituir esos códigos deontológicos que, a lo largo de la historia en otros países, han emergido como una necesidad o exigencia del contexto social, justamente como hoy lo reclama nuestro país.
Al respecto, el citado autor señala que los códigos de ética representan la asunción voluntaria de ciertas normas de conducta, a través de los cuales se establece la norma de la veracidad, el derecho a guardar el secreto profesional, el respeto a la vida privada y el derecho de réplica, además de normas como la honestidad, la independencia, el equilibrio periodístico, el servicio a la comunidad, el rechazo al plagio, el respeto al idioma y el enaltecimiento de la familia, e incluso aspectos que parecen normas laborales como la vestimenta de los periodistas, el otorgamiento de becas o la exhortación a participar en actividades profesionales. (Ibid, pág. 98)
Cito, por último, un párrafo del experimentado periodista y escritor: La democracia pasa por el derecho a la información, por el respeto a la libertad de prensa, por la divulgación de las variadas opciones políticas e ideológicas, por el derecho a la divergencia y al debate, pero también por el rompimiento de la discrecionalidad y favores mutuos entre gobierno y empresarios de los medios, por el fin de los monopolios informativos (…), y por el establecimiento de compromisos por parte de los medios de comunicación. (Ibid, pág. 22) (subrayado mío).
Si los medios no asumen su responsabilidad histórica en este proceso de construcción de la democracia, estarán condenados al rechazo social tal como lo demuestra la crisis económica por la que atraviesa el duopolio televisivo y radiofónico, ante el avasallamiento que representa el uso de las redes sociales, lo cual sería muy peligroso dada la gran cantidad de información falsa que por estos medios se difunde.
Sano sería que la actual Legislatura local entienda este nuevo escenario político-social, específicamente en la relación poder-medios-sociedad, y oxigene el área de comunicación social dejando atrás leoninos convenios y relaciones perversas, pero, sobre todo, se transparente la aplicación de los recursos en esa delicada área.