1 de julio de 2025
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Fotos: Eder Contreras

 

Raúl Contreras Flores

No lo puedo negar, el impacto fue seco, brutal, sí, me aturdió, no podía dar crédito a los mensajes que mi hijo mayor me acababa de enviar vía WhatsApp: “Se murió el senador Joel Molina de Covid-19”.

De inmediato pregunté a varios compañeros periodistas, sólo para que me confirmaran la triste como dolorosa noticia, era verdad, el senador Joel Molina Ramírez había muerto este día a causa del virus Covid-19.

Confundido traté de ordenar los pensamientos que revoloteaban en mi cabeza, del temor y la angustia pasé al coraje, la rabia e impotencia.

Sí, todos los muertos duelen, sobre todo los más cercanos, aquellos con los que uno convivió, con los que uno disfrutó un desayuno, una comida, un convivio, con los que uno platicó y conoció de sus proyectos dentro de la política.

Hoy, Joel Molina es un número más en la estadística de fallecidos en el estado de Tlaxcala y el país, víctima de una pandemia que prácticamente está fuera de todo control y que, en cualquier momento, a cualquiera de nosotros nos puede alcanzar. Pandemia causada por un virus que aun los científicos más connotados del planeta no alcanzan a descifrar por completo su comportamiento y forma de contagio.

No, la culpa no es ni del presidente Andrés Manuel López Obrador ni del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, esta pandemia que azota al mundo entero a causa del nuevo virus SARS-CoV-2 no respeta condición social ni económica, tampoco religión ni preferencias sexuales o políticas.

Sí ha pegado fuerte en el país el hecho de que exista un déficit aproximado de 240 mil elementos en el sector salud, entre médicos generales, especialistas y enfermeros; así como la falta de infraestructura hospitalaria y equipamiento adecuado. Además de enfrentar chantajes, bloqueos y litigios contra laboratorios y comerciantes de medicamentos que mantenían el monopolio de la venta y distribución, en contubernio con autoridades del sector salud y gobiernos de distinto orden.

Una pandemia que a los adultos mayores nos tiene en jaque –el senador Molina Ramírez contaba con más de 70 años de edad-, más aún si se padece alguna comorbilidad como lo son la obesidad, diabetes, hipertensión, sobrepeso, o enfermedades renales, hepáticas o cardíacas, entre otras.

Por eso el golpe es brutal, porque apenas el pasado día 20 del mes en curso Joel Molina estuvo presente en la larga sesión de 12 horas y media, que se llevó a cabo en la antigua Casona de Xicoténcatl, sede alterna del Senado de la República. Y hace apenas unas cuantas horas, a través de su cuenta de Twitter, había felicitado a Mario Delgado por su triunfo para dirigir a Morena.

Al respecto, conviene recordar que Mario Delgado hace pocos días dio positivo a Covid-19 y, de acuerdo a información publicada, en el Senado de la República a la fecha van 160 personas contagiadas, entre legisladores y trabajadores. A pesar de que en el mismo Twitter del hoy senador fallecido aparece en una foto al lado del próximo dirigente nacional morenista, sería una irresponsabilidad afirmar que éste habría sido la fuente de contagio, sin embargo, no deja de ser una posibilidad.

De cara a esta dolorosa realidad, quizá el último mensaje del senador Joel Molina Ramírez sea el que la actividad política en estos momentos debe ser repensada por todos los actores y autoridades competentes, no se puede dejar pasar por alto que el experimentado político aspiraba a convertirse en candidato a la gubernatura de su natal Tlaxcala, que anduvo en franca campaña de proselitismo político y el contacto con cientos o miles de ciudadanos fue directo.

Y así como el senador anduvo por todo el territorio tlaxcalteca, cientos de aspirantes a ocupar un cargo de elección popular lo hacen de manera irresponsable en estos momentos, por tanto, la muerte del dirigente local morenista debe ser un crudo ejemplo de que no se debe hacer ninguna campaña política que implique tener contacto directo con la población, por encima del interés político debe privar el respeto a la salud, a la vida de las personas, más aún ante los evidentes rebrotes de la pandemia que ya se registran en algunos estados de la República y Tlaxcala no podría ser la excepción.

La pandemia, las circunstancias, el destino, como usted le quiera llamar, llevaron a la muerte a un experimentado político; Covid-19 no avisa dónde ni cómo nos puede atrapar, por esa simple razón las campañas políticas deberán ser debidamente analizadas para no provocar más muertes irracionales, porque, toda muerte duele.

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