21 de noviembre de 2024
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Foto: The New York Times

“Acarreados” contra “acarreados”. Se comentó en el EDITORIAL anterior que, “aiga sido como aiga sido”, la marcha del pasado 13 de noviembre “en defensa del INE”, que fuera convocada por el empresario profascista Claudio X. González, a través de los partidos que integran la alianza opositora PRI-PAN-PRD, intelectuales “orgánicos” y algunas organizaciones de la llamada sociedad civil, para propios y extraños resultó exitosa, sin duda.

Por cierto, una marcha en la que quedaron grabados para la historia los gritos de odio de aquella mujer desclasada que agredió verbalmente al presidente de la República, al llamarlo “indio pata rajada de Macuspana”, entre otras injurias y obscenidades vociferadas en contra de la familia del mandatario federal; agresividad que en otros regímenes seguro le hubiese costado incluso la vida misma a esa mujer de pequeña estatura vestida de color blanco, símbolo de la “pureza” y la “paz”. Actitud que no fue sino la clara evidencia del odio, racismo y clasismo que imperó en la marcha organizada en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, que no “en defensa del INE”.

Sólo que Claudio X. y su pandilla multipartidista nunca previeron la contundente respuesta que iba a dar el inquilino de Palacio Nacional, un luchador social de toda la vida y líder político nato, experto en el manejo de la protesta popular y manifestación callejera pacífica, quien de inmediato reviró y convocó a una marcha encabezada por él, a propósito de su Cuarto Informe de Gobierno, la cual se llevó a cabo el pasado domingo 27 de noviembre, es decir, quince días después de la caminata anti-AMLO.

¿Resultado? Una histórica mega concentración calculada en un millón 200 mil personas, esto de acuerdo a fuentes oficiales del gobierno capitalino, mientras que la caminata del 13 de noviembre habría reunido alrededor de 70 mil ciudadanos, aunque los organizadores afirman que asistieron más de 100 mil. Cualquiera que haya sido la cantidad, ésta no es nada despreciable, sobre todo tratándose de un bloque opositor al gobierno. Sin embargo, con la demoledora demostración de poder de convocatoria hecha por López Obrador no hay nada que decir, no hay materia de discusión, de debate. ¡Vaya!, hasta los periodistas mercenarios de los espacios informativos de radio, televisión y medios digitales quedaron callados, atónitos, no les quedó más que aceptar la realidad, el enorme apoyo popular que tiene el presidente de la República. En donde cientos de miles de “pata rajada” llegaron a demostrarle que “amor con amor se paga”.

Acusan que fue una marcha de “acarreados”; que se regalaron tortas y frutsis; que se pagaron viáticos; que se pagó para que ciudadanos asistieran a la marcha; que hubo miles de camiones para realizar los traslados; que se obligó a los beneficiarios de programas sociales a asistir; que también se obligó la presencia de los burócratas. Pero, como diría la hermosa Lucerito: ¿Y?

Si se revisa, se verá que son exactamente los mismos señalamientos que se le hicieron a la marcha de Claudio X. ¿Cuál es la diferencia?, ¿acaso el origen de los recursos?

La ultraderecha y medios a su servicio presumen el desvío de recursos del erario para sufragar el costo de la marcha. En tanto que Morena y partidos aliados cuestionan el origen de los recursos destinados a la manifestación del 13 de noviembre, en donde suponen hubo financiamiento de organizaciones profascistas del extranjero.

Cuestionamientos que tendrían que ser demostrados por ambas partes.

Lo único cierto es que con la impresionante fuerza demostrada por el presidente López Obrador el reciente domingo, es prácticamente imposible que la alianza Morena-PT-PVEM pierdan el proceso electoral presidencial del 2024. Sólo que ocurriera una verdadera catástrofe al interior del morenismo pondría en riego la continuidad del proyecto de la Cuarta Transformación.

Por lo demás, cualquiera de las tres “corcholatas” tendría asegurada la presidencia.

Y, si una “piedrita” se llegara a aparecer en el zapato del mandatario federal, esa se llamaría Gerardo Fernández Noroña. Aunque este es otro tema.

Por lo mientras, Andrés Manuel López Obrador ganó como tiene que ganar un boxeador que pelea por el cinturón en un país ajeno, por nocaut.

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