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Raúl Contreras Flores
Martes 9 de abril de 2024
Tlaxcala, Tlax. Decía el escritor y filósofo Néstor Roulet que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. Adagio que, sin duda, aplica muy bien al ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya, quien al parecer ya olvidó la estrepitosa derrota infligida a su esposa, la entonces senadora María del Carmen Ramírez García, cuando intentó imponerla como su sucesora en la titularidad del Ejecutivo estatal en aquel histórico proceso electoral del 14 de noviembre del 2004.
La voluntad del electorado expresada en las urnas ese día la envió a un lejano tercer lugar, detrás de su pariente Mariano González Zarur y del ganador de los comicios, Héctor Israel Ortiz Ortiz. Esto como una contundente demostración del rechazo manifestado al interior de las filas perredistas y de la desaprobación de la ciudadanía a las aspiraciones dinásticas de la familia Sánchez Ramírez.
No obstante la dolorosa lección recibida, hoy Sánchez Anaya repite la historia al imponer a su hijo Alfonso Sánchez García como aspirante a la presidencia municipal de Tlaxcala, después de que éste fracasara en su intentona por convertirse en candidato al Senado de la República por Morena. Hablar de resultados de encuestas es otro tema.
Sin trayectoria política, alejado de los militantes morenistas, sin base social, desconocido en las comunidades y delegaciones que conforman el municipio capitalino, el hijo del también ex senador apuesta a ganar el proceso electoral colgado de la alta aprobación y carisma que aún mantiene el Presidente Andrés Manuel López Obrador, por cierto, a quien traicionan en aras de satisfacer sus vulgares ambiciones políticas personales y de grupo.
Sin embargo, igual como sucedió ayer con la base perredista desplazada, menospreciada e ignorada, hoy, quienes aspiraban a ocupar el mismo cargo junto con sus cientos de simpatizantes, ante tal imposición, de manera velada o abierta, ya levantaron la voz en señal de protesta, por lo que se espera un inminente voto de castigo a las aspiraciones de quien fuera un gris funcionario del gobierno lorenista –titular de la Secretaría de Infraestructura-, cuya única “obra” reluciente son los jardines sembrados en el lecho del río Zahuapan; en efecto, aquellos que están en espera del primer aguacero “atípico” para ser arrastrados por la corriente.
La otra parte por impedir que las familias de siempre, léase Cisneros, González, Anaya, por sí mismas o interpósitas personas, como podrían ser los sobrinos, cuñados, tíos o compadres, mantengan entre sus manos el poder político, corresponde a los electores, quienes con su voto tienen el enorme poder de aprobar o rechazar tales pretensiones.
En el caso que hoy nos ocupa no se debe pasar por alto que no tan sólo es la aspiración de Anaya Jr., sino también la de su esposa Marcela González Castillo, actual diputada local con licencia, quien desea ser reelegida en el cargo para continuar aprobando servilmente las iniciativas de ley enviadas por la gobernadora neomorenista Lorena Cuéllar Cisneros, a pesar de que éstas atentan en contra del interés de las mayorías, esas que le dieron su voto para que llegara a Palacio de Gobierno.
Sólo queda esperar el trabajo que alcance a realizar la oposición, cuyos visibles candidatos a la presidencia municipal de Tlaxcala hasta este momento serían: Minerva Hernández Ramos (PRI-PAN), Jorge Vázquez Mejía (PRD), Guillermo López Meneses (PT) y Alfredo Adán Pimentel (PAC), quienes tendrían muchas probabilidades de desplazar de la alcaldía a los neomorenistas, sobre todo por dos razones fundamentales: el pésimo trabajo realizado por el egocéntrico Jorge Corichi Fragoso que nunca pudo ser corregido, y la imposición del hijo de Alfonso Sánchez Anaya, Alfonso Sánchez García.
Aspirantes de quienes más adelante habremos de emitir algunos comentarios referentes a su trayectoria política y profesional.
Mientras tanto, las circunstancias político-electorales locales apuntan a que se asestará una nueva derrota a la dinastía sanchezanayista.