▲ Manifestantes recordaron ayer a víctimas de la dictadura militar, afuera del palacio de La Moneda, en Santiago. Foto Afp
- La traición y la infamia se impusieron a sangre y fuego: Boric
- La dictadura causó más de 40 mil víctimas entre muertos, desaparecidos y torturados
Aldo Anfossi
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 12 de septiembre de 2024
Santiago. Chile conmemoró el 51 aniversario del golpe civil-militar que el 11 de septiembre de 1973 derrocó al gobierno del presidente socialista Salvador Allende Gossens, quien ese día murió al suicidarse en el Palacio de La Moneda, sede del gobierno, cumpliendo así su promesa de no capitular ante los golpistas y de «pagar con mi vida la lealtad del pueblo
«.
A pesar del tiempo ido, siguen abiertas las heridas y el dolor que desde ese día y durante los siguientes 17 años provocó la dictadura de Augusto Pinochet, que según el recuento oficial causó más de 40 mil víctimas directas entre muertos, desaparecidos y torturados.
Unas 3 mil 300 personas fueron asesinadas, de las cuales unas mil 200 restos continúan sin encontrarse ni saber exactamente cuándo y dónde fueron arrojados, si bien es sabido que muchos terminaron siendo lanzados al océano desde helicópteros del ejército frente a las costas de Valparaíso y San Antonio.
Como sucede año tras año en esta fecha, en las calles, cementerios y sitios de memoria histórica –los cuarteles clandestinos en los que se torturaba y masacraba– hubo sentimientos de homenaje, dolor y recogimiento. Y es que la historia documentada y/o transmitida verbalmente de generación en generación, por las víctimas o sus familiares, sigue machacando el presente de este país.
Los registros fotográficos de los militares atacando por tierra y aire La Moneda; de Allende en su interior junto con un puñado de mujeres y hombres que les hacían frente; el palacio ardiendo con la bandera de Chile meciéndose entre el humo y llamas hasta quemarse; el cadáver del presidente sobre un sillón con la cabeza destrozada o cargado sobre una camilla cubierto por una manta, todo eso se ha quedado para siempre.
Y si bien parte de la derecha golpista ha hecho un mea culpa acerca de todo aquello, sigue habiendo sectores que lo minimizan y/o justifican. Apenas ayer, el jefe de diputados de la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), Gustavo Benavente, alegó que “hacer un mea culpa frente a hechos que ya están determinados por la justicia no tiene mayor sentido”, al referirse a los crímenes de la dictadura, y que «tenemos un consenso único, por lo menos en la UDI: el 11 era una salida absolutamente inevitable, no había otra posibilidad
«.
El presidente Gabriel Boric, en una ceremonia en La Moneda, mencionó que «estos muros fueron testigos de cómo la traición y la infamia se impusieron a sangre y fuego por sobre la dignidad de un pueblo
«, agregando que «recordamos con admiración al presidente Salvador Allende Gossens, y a las chilenas y chilenos que, junto a él, ese día defendieron la democracia, la Constitución y las leyes
«.
Expresó que «ninguna crisis política, por más compleja que sea, se sortea bombardeando, asesinando y desapareciendo a los propios compatriotas; el exterminio de connacionales por pensar distinto, el término de la democracia y el bombardeo de su símbolo principal, nunca es la única alternativa
«, agregando que «las violaciones a los derechos humanos comenzaron en ese momento cero y son indivisibles del golpe de Estado de aquel día
«.
Como siempre ocurre en esta fecha, los ciudadanos se retiraron temprano a sus casas, en prevención de las habituales protestas nocturnas que en muchas barriadas de la capital y de otras ciudades suelen acontecer en estas fechas.
Tomado de: https://www.jornada.com.mx/2024/09/12/mundo/025n1mun