
Foto: tomada de Internet
Raúl Contreras Flores
Lunes 24 de marzo de 2025
Resulta incomprensible la sarta de elogios que desde días atrás la Presidenta Claudia Sheinbaum le dirige a la gobernadora Lorena Cuéllar. Desde los enviados en “Las Mañaneras del Pueblo”, hasta los pronunciados en su reciente visita a la entidad tlaxcalteca el pasado sábado 22 del presente, a propósito del banderazo de inicio de los trabajos de saneamiento de la cuenca del Alto Atoyac, cuyo río Zahuapan es uno de sus afluentes, y la inauguración de la planta de tratamiento de aguas residuales localizada en la comunidad de San Hipólito Chimalpa, en el municipio capitalino. Esto en el marco de la celebración del “Día Mundial del Agua”.
Más allá de que lo anterior se pudiera considerar como simple tratamiento protocolario de la Presidenta a los gobernadores, en este caso el destinado a la expriista, tal pareciera que, ante el elevado rechazo y desaprobación de los ciudadanos al gobierno lorenista, lo que pretende es “recomponer” su maltrecha imagen y la de los “morenistas” en Tlaxcala con miras al proceso electoral de 2027 para no perder ningún rincón guinda en el país.
No obstante, ante la ausencia de una oposición real tanto a nivel nacional como en particular en el estado, el partido fundado por el ex Presidente Andrés Manuel López Obrador, sin duda mantendrá el poder político por lo menos en los próximos 10 o 15 años, si no es que más. Todo dependerá en que dirigentes y militantes eviten repetir los errores que llevaron a su extinción al Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Por lo tanto, una de las lecturas que podría darse a esos desmedidos elogios, quizá encuentre su razón de ser en la designación del próximo candidato o candidata morenista a la gubernatura del estado. Hasta este momento se podrían citar tres cartas del lorenismo: el presidente municipal de Tlaxcala, Alfonso Sánchez García –hijo del exgobernador Alfonso Sánchez Anaya-, su esposa, Marcela González Castillo -impuesta como presidenta del Comité Ejecutivo Estatal de Morena-, y el diputado federal Raymundo Vázquez Conchas –presuntamente “divorciado” de la hermana de Lorena Cuéllar-.
Como bien se puede observar, las aspiraciones dinásticas transmutaron de los colores negro y amarillo al guinda, finalmente, todo queda en famiglia. De esta tercia, quien pudiera llevar mano es la señora Marcela, apreciación derivada de lo observado en la transmisión de algunos eventos oficiales, en donde la Presidenta Sheinbaum le ha dedicado abrazos más prolongados y más segundos de atención que a otras personas.
Fuera de este círculo dinástico se encuentra la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, cuyo trabajo como ex presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República no fue lo suficientemente aprovechado para destacar su capacidad como oradora, legisladora y política. Amén de la falta de un equipo profesional que pudiera auxiliarla en el cuidado de su imagen personal, sin que esto signifique vestirla y maquillarla de manera fantasiosa como una “chica totalmente palacio”. Todo lo contrario, alguien que la ayude, desde su vestimenta, a mostrarse sensible y humilde ante la gente de pueblo a la que acostumbra visitar, alguien que le recuerde sus orígenes y los porte con orgullo. Que la conviertan en una política verdaderamente cercana a su pueblo, contraria a la imagen de la presidenta local de su partido, impulsada desde la cúpula del poder.
Otra opción viable pudiera ser la ex diputada federal, Dulce María Silva Hernández, quien, en el pasado proceso electoral, a pesar de ser una desconocida en el ámbito político, estuvo a escaso margen de obtener la candidatura a la gubernatura, muy poco le faltó, y hoy pudiera venir por la “revancha”, con altas probabilidades de ganar.
Por el bien de Tlaxcala, es deseable que el próximo gobernador o gobernadora no salga de la cúpula dinástica del poder. Y para ello es necesario que los ciudadanos se lo hagan saber a la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Si va a seguir gobernando Morena, que sea el o la menos peor y no más de lo mismo.