1 de julio de 2025
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Imagen: Archivo tlaxcultuarte

 

Raúl Contreras Flores

20 de julio de 2020

 

Título provocador el de esta columna de opinión; no obstante, ¿qué indican los cuatro colores del Semáforo de riesgo epidémico Covid-19, instrumentados desde el pasado uno de junio en el marco del fin de la Jornada Nacional de Sana Distancia e inicio de la nueva normalidad en el país?

Veamos:

Color Rojo (máximo): Se permitirán únicamente las actividades económicas esenciales, asimismo se permitirá también que las personas puedan salir a caminar alrededor de sus domicilios durante el día.

Color Naranja (alto): Además de las actividades económicas esenciales, se permitirá que las empresas de las actividades económicas no esenciales trabajen con el 30% del personal para su funcionamiento, siempre tomando en cuenta las medidas de cuidado máximo para las personas con mayor riesgo de presentar un cuadro grave de COVID-19, se abrirán los espacios públicos abiertos con un aforo (cantidad de personas) reducido.

Color Amarillo (medio): Todas las actividades laborales están permitidas, cuidando a las personas con mayor riesgo de presentar un cuadro grave de COVID-19. El espacio público abierto se abre de forma regular, y los espacios públicos cerrados se pueden abrir con aforo reducido. Como en otros colores del semáforo, estas actividades deben realizarse con medidas básicas de prevención y máximo cuidado a las personas con mayor riesgo de presentar un cuadro grave de COVID-19.

Color Verde (bajo): Se permiten todas las actividades, incluidas las escolares.

(https://coronavirus.gob.mx/semaforo/)

Cada color está determinado por cuatro parámetros, los cuales son previamente acordados entre las autoridades sanitarias del gobierno federal y de los gobiernos estatales, estos son: 1. Ocupación hospitalaria de la red de Infecciones Respiratorias Agudas Graves (IRAG), incluida la Covid-19; 2. Tendencia de ocupación hospitalaria con pacientes de enfermedades respiratorias; 3. Tasa de reproducción del coronavirus SARS-CoV-2, es decir, la velocidad con la que se propaga el virus; 4. Porcentaje de positividad, esto de acuerdo a los resultados positivos a Covid-19 obtenidos del total de pruebas realizadas.

 

 

De manera reiterada, en las conferencias de prensa #COVID-19 que a diario encabeza el doctor Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, acompañado por los doctores José Luis Alomía Zegarra y Ricardo Cortés Alcalá, director general de Epidemiología y director general de Promoción de la Salud, respectivamente, además de otros especialistas en diferentes ramas de la medicina y funcionarios del sector salud, con marcado énfasis se hace mención de las actividades permitidas en cada color del Semáforo Covid-19.

Al respecto, el diario El Economista en el espacio Factor Capital Humano publicó el siguiente resumen:

¿Qué actividades se permiten en rojo y en naranja?

Si bien en el semáforo naranja se permite que la plantilla vuelva a laborar a los centros de trabajo de manera escalonada y gradual, los empleados que formen parte de la población vulnerable deberán continuar en casa. Es decir, quienes padezcan enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión.

Hoteles y restaurantes

Con semáforo rojo el personal sólo tiene permitido llevar los alimentos a la habitación, a domicilio o servir comida para llevar.

Con semáforo naranja se permite en esos lugares hasta el 50% de aforo. Por lo que los empleados atenderán a clientes desde las mesas.

Peluquerías, barberías, estéticas

Con semáforo rojo las personas que trabajen en este tipo de servicios sólo podrán brindarlos a domicilio y con un estricto protocolo sanitario.

Con semáforo naranja se abre a 50% de aforo y sólo con citas. Entonces, en este caso los empleados sí se podrán presentar en el centro de trabajo con el protocolo de protección.

Supermercados

Con semáforo rojo el aforo es de 50% y una persona por familia.

Con semáforo naranja se abre a 75% de aforo, contando al personal y a clientes.

Eventos deportivos

Con semáforo rojo y naranja los trabajadores de deportes profesionales pueden ejercer sus labores, pero a puerta cerrada.

Gimnasios, albercas, clubes deportivos, centros de masajes

Con semáforo rojo se mantienen cerrados.

Con semáforo naranja quienes laboren en esos lugares pueden regresar, pero brindarán servicio sólo con cita y el máximo de aforo es de 50 por ciento.

Cines, museos, teatros y eventos culturales de menos de 500 personas

Con semáforo rojo estarán cerrados.

Con semáforo (naranja) los trabajadores tienen permitido regresar y atender a un máximo de 25% de la capacidad de aforo del lugar.

Centros comerciales

Con semáforo rojo los trabajadores siguen resguardándose en casa.

Con semáforo naranja pueden abrir las tiendas, éstas no podrán tener más del 25% del aforo del que tienen capacidad.

Conciertos masivos y bares cerrados

Con semáforo rojo y naranja se mantienen cerrados.

(https://www.eleconomista.com.mx/autor/factor.capital.humano)

Recordar que, para iniciar con la reactivación de la golpeada economía nacional, el gobierno federal decidió considerar como actividades esenciales tres sectores estratégicos: el automotriz, el de extracción o minería y el de la construcción; beneficio que alcanzó a la entidad tlaxcalteca.

En este cada vez más complejo contexto de contingencia sanitaria y severa crisis económica que se vive a nivel mundial, en donde ha quedado atrapado nuestro país y, por supuesto, el estado de Tlaxcala, se puede afirmar que un alto porcentaje de la población que reside en este territorio identificado como Cuna de la Nación, desde la implementación de la Jornada Nacional de Sana Distancia ha actuado con resaltada ignorancia, incredulidad, irresponsabilidad e inconsciencia ante la pandemia ocasionada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 (Covid-19).

Desde el primer llamado que hizo el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez -a mediados del mes de marzo-, referente a la urgente suspensión de actividades no esenciales, concentraciones masivas, eventos profano-religiosos y el quedarse en casa, la respuesta fue casi nula por parte de los ciudadanos.

Prueba de ello fueron los cierres de carnaval que se realizaron en varios municipios, a los que le siguieron fiestas patronales, incluidos eventos religiosos de Semana Santa, celebraciones eucarísticas, fiestas familiares de bodas, bautizos y XV años, entre otras, en donde, por ejemplo, en uno de estos eventos sociales, uno de los organizadores escribió en una cartulina pegada en el portón de su casa que nadie iba a huevo, sino que sus invitados asistían bajo su propia responsabilidad; o bien, aquél que le habría espetado a un presidente municipal: es mi fiesta, es mi dinero, la fiesta no la suspendo, si me enfermo no te preocupes, no te voy a ir a molestar, y si tienes miedo, entonces resguárdate tú. Grandes fiestas incluso publicitadas a través de diferentes medios.

La intensa actividad comercial y de servicios de todo tipo nunca ha parado en los municipios tlaxcaltecas, sobre todo en los más poblados, Tlaxcala, Apizaco, Chiautempan, Zacatelco, Huamantla, Calpulalpan y San Pablo del Monte, por citar algunos. Cómo olvidar la resistencia al cumplimiento de las medidas sanitarias de los habitantes de Contla, o de las comunidades de Villarreal, municipio de Terrenate; de San Cosme Xaloztoc; San Sebastián Atlahapa, municipio de Tlaxcala; y, San José Tepeyahualco, municipio de Tlaxco. Sitios en donde se opusieron a las labores de sanitización emprendidas por la Coordinación Estatal de Protección Civil (CEPC), bajo el argumento de que el virus no existe y la sustancia esparcida los contagiaría para que después enfermaran y fallecieran.

Ni qué decir de lo ocurrido el primer día del pasado mes de junio cuando, al anunciarse el fin de la Jornada Nacional de Sana Distancia e inicio de la nueva normalidad, la gente literalmente se volcó hacia las calles como si la pandemia de Covid-19 hubiese terminado, familias enteras salieron del semi-confinamiento a disfrutar del paisaje citadino.

Y no me refiero a las miles de familias que necesariamente tienen que salir día a día a buscar el sustento para llevarlo a sus casas, sino a las familias enteras que sin necesidad de tener que salir de su casa, de manera irresponsable vagan por las calles, peor aún, sin cumplir con las medidas sanitarias básicas harto promovidas y publicitadas por el sector salud en sus diferentes órdenes de gobierno; en el transporte público tampoco se obliga al usuario a portar el cubrebocas, no hay gel antibacterial en las unidades, no se conserva la sana distancia, ni en el transporte público ni en las largas filas de gente que acude a las instituciones bancarias.

Por eso no sorprende que hasta este día el estado de Tlaxcala registre 3 mil 744 personas contagiadas, 537 muertes y 668 estén en espera de resultado; con un promedio diario, de acuerdo a los reportes acumulados de los últimos siete días, de 58 personas contagiadas y 10 fallecidas, más las que se acumulen en los próximos días.

Lamentablemente, eso se verá ahora que se determinó que la entidad pasara, por lo menos esta semana, a Semáforo color naranja, por lo que la vieja normalidad está de regreso en la tierra del indomable Tlahuicole.

Por todo lo anterior es que sostengo que Tlaxcala pasó –desde mi punto de vista-de Semáforo de riesgo epidemiológico de Covid-19 color verde (donde se puede hacer de todo, y de hecho así sucede en la entidad) a color naranja (donde, de todos modos, nadie respetará las restricciones marcadas en este color).

Aun así, si de algo sirve, por acá replico algunas de las recomendaciones del sector salud para aplicarlas en cualquier color del referido Semáforo: lavado de manos al menos durante 20 segundos con agua y jabón; limpiar con agua y jabón y desinfectar con una solución clorada las superficies y objetos de uso común; mantener sana distancia entre persona y persona de 1.5 metros a 2 metros, en caso de no poder mantener esta distancia usar cubreboca; en el transporte público y lugares concurridos es obligatorio usar cubrebocas o careta; al toser o estornudar aplicar el estornudo de etiqueta, es decir, usar el ángulo interior del codo o un pañuelo desechable.

¡Y, sálvese quién pueda…!

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