Akira Kurosawa, sus diez películas imprescindibles
Fotografía: Cine Text / Allstar
El 23 de marzo de 1910 nacía en Tokio uno de los más grandes directores de toda la historia, Akira Kurosawa, El emperador, el maestro japonés más occidental, el responsable de obras de arte tan influyentes como Rashomon (1950) o Los siete samuráis (1954).
Descendiente de auténticos samuráis, Kurosawa empezó su relación profesional con el cine en 1938, cuando se interesó por un programa de aprendiz de director organizado por un gran estudio, el mítico Toho (de donde sale Godzilla, por ejemplo). Tras trabajar como asistente de Kajiro Yamamoto, en 1943 tiene su primera gran oportunidad dirigiendo La leyenda del gran judo (Sugata Sanshiro), una película propagandística que obtuvo un gran éxito de público; inevitablemente, los inicios del cineasta están marcados por la segunda gran guerra y el control del gobierno japonés (si bien la censura no le dejaría pasar ni una escena romántica).
Siete años tras su primer film se estrenó Rashômon, ganadora del León de Oro en la Mostra de Venecia y de un Oscar honorífico (dicen que fue la razón de crear la categoría de mejor película de habla no inglesa); es el título con el que Kurosawa empieza a ser conocido y venerado internacionalmente. De fuerte carácter, con fama de gran perfeccionista en los rodajes y admirador confeso de John Ford, el japonés fallecería el 2 de septiembre de 1998, cinco años después de su último trabajo, Madadayo.
A continuación, diez títulos que ningún cinéfilo puede dejar pasar, las diez películas imprescindibles de Kurosawa.
El perro rabioso (Nora inu, 1949)
En la Tokio de la posguerra, un joven detective ha perdido su pistola, y con ella su honor. Para colmo, el arma es usada para el crimen, por lo que el protagonista deberá hacer lo imposible por resolver el caso, en una búsqueda que le llevará por los bajos fondos de la ciudad. Por suerte no está solo, le acompaña un veterano policía del que aprenderá más de una lección. Una de las joyas de cine negro que rodó Kurosawa, asfixiante (casi se nota el calor) y entretenidísima, protagonizada por los sensacionales Toshiro Mifune y Takashi Shimura.
Rashômon (1950)
Una de las míticas, de imprescindible visionado para cualquier aficionado al cine. En esta ocasión, Kurosawa nos traslada al siglo XII, donde, bajo las ruinas de un templo, se habla sobre un complicado caso de asesinato. Al parecer, un bandido ha sido acusado de haber matado a un señor feudal y de violar a su esposa, pero… ¿quién dice la verdad? La película se hizo famosa por su estructura dividida, para mostrar las diferentes versiones de los implicados en el crimen.
Vivir (Ikiru, 1952)
Una de las películas más emocionantes de este genial cineasta. Protagonizada por un impresionante Shimura, Vivir se centra en la reflexión y el cambio de actitud de un veterano y aburrido funcionario, que se da cuenta que ha estado desperdiciando el tiempo cuando se enfrenta al final de su vida. Preciosa, humana, crítica y, de nuevo, perfectamente digerible para el público occidental.
Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954)
Japón, siglo XVI. Un pueblo de campesinos está harto de tener que entregar sus cosechas a una banda de ladrones, así que deciden contratar a un grupo de mercenarios para que los defiendan. Y así da comienzo una auténtica gozada de más de tres horas; fotografía impresionante, ritmo endiablado, personajes memorables, diálogos fantásticos, secuencias abrumadoras…Sencillamente, una de las mayores obras de arte que ha dado el cine.
Trono de sangre (Kumonosu-jô, 1957)
Misma época. De vuelta a casa tras una contienda victoriosa, un general se encuentra con una anciana que le revela un destino de riqueza y poder. Desde ese momento, e influido poderosamente por su mujer, el general quedará envenenado y no se detendrá ante nada por cumplir su destino. Kurosawa adapta Macbeth de Shakespeare, resultando una película fascinante, con uno de los finales más impresionantes de su filmografía.
La fortaleza escondida (Kakushi-toride no san-akunin, 1958)
De nuevo, el Japón feudal del siglo XVI, pero ahora como fondo para un espectacular film de aventuras centrado en un samurái que debe escoltar a una princesa por tierras enemigas. Una de las películas más famosas de Kurosawa, aunque el motivo sea lo mucho que llegó a influir en George Lucas y su saga de Star Wars. Para muestra, los dos entrañables personajes de la imagen, que acabarían siendo convertidos en R2D2 y C3PO.
Yojimbo (1961)
Otro de los títulos más famosos del realizador. Esta vez saltamos al siglo XIX, y seguimos el camino de un misterioso y poderoso samurái, que llega a un pequeño pueblo destruido por la violenta rivalidad de dos clanes. La película fue versionada posteriormente por Sergio Leone, provocando una demanda por plagio; curiosamente, la trama proviene de Cosecha roja, de Dashiell Hammet, y es lo más parecido a un western que ha rodado Kurosawa en su vida. El final es antológico y ha sido copiado en muchas ocasiones.
El infierno del odio (Tengoku to jigoku, 1963)
Extraordinario drama criminal centrado en un secuestro. El asunto es que el secuestrador cree haberse llevado al hijo de un importante hombre de negocios, pero en realidad ha raptado al de uno de sus empleados. Es una película maravillosa, completísima, que esconde muchas sorpresas y que obliga a reflexionar sobre la vida y la justicia. También tiene otro gran desenlace.
Barbarroja (Akahige, 1965)
Ambientada en el siglo XIX, la historia se centra en un joven arrogante que regresa a su hogar tras acabar sus estudios de medicina, siendo destinado a una clínica desastrosa dirigida por un doctor al que llaman Barbarroja. De nuevo, la relación entre el maestro y el aprendiz en otra obra maestra que desgraciadamente supuso el punto final de la mítica relación entre Kurosawa y Mifune, que por cierto aquí está especialmente inspirado, componiendo un personaje inolvidable. Tres horas de puro cine.
Dersu Uzala, el cazador (Dersu Uzala, 1975)
Un explorador del ejército ruso se pierde en tierras siberianas, donde tiene la fortuna de encontrarse con un pequeño y experto cazador nómada que le ayudará a sobrevivir y entender un modo de vida diferente. Basada en las experiencias reales de Vladímir Arséniev, se llevó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa y a pesar de lo que pueda parecer a simple vista (dos horas y media, y temida producción rusa), es uno de los trabajos más entretenidos y emotivos del cineasta; es una película humilde y preciosa que se graba en la memoria.
Con información de: https://www.espinof.com/cine-asiatico/akira-kurosawa-sus-diez-peliculas-imprescindibles#comments