6 de julio de 2025
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Foto: jornada.com.mx

Con la cabeza fría y el corazón ardiente. “Aiga sido como aiga sido”, como diría el clásico, el innegable éxito de la marcha del día de ayer en la Ciudad de México es una clara expresión del poder que se puede ejercer desde la cúpula empresarial profascista ligada a intereses económicos y políticos del extranjero.

Bajo la tutela de Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, cabezas visibles de la oligarquía nacional, los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) aportaron su granito de arena para que en la marcha, presuntamente en defensa del INE, se juntara un número importante de ciudadanos, quienes al grito de “el INE no se toca”, dejaron sentir más su resentimiento y odio hacia el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, que desplegar una “defensa” del máximo órgano electoral, porque, ¿cuántos de los que se reunieron conocen siquiera superficialmente la reforma electoral propuesta por el mandatario federal, con la que dicen “quiere acabar” con ese instituto?

La cúpula empresarial profascista, tres partidos políticos nacionales, legisladores y representantes populares de oposición, una gran mayoría de medios de comunicación convencionales, organismos de la llamada sociedad civil de clara tendencia ultraderechista, intelectuales orgánicos, parte de la jerarquía católica, sectores sociales pudientes y ciudadanos inconformes con la actuación de los gobiernos morenistas, hicieron su mejor esfuerzo por llevar a tanta gente a caminar el tramo del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución, y, hay que reconocerlo, lo lograron.

Se presume que para este propósito se destinaron centenas de diferentes medios de transporte y dinero ofrecido al lumpenproletariado para estar presente en la caminata, cosa nada rara ni extraordinaria en nuestro país, así ha actuado la clase política desde décadas atrás, amén de la presión ejercida entre la base trabajadora de las alcaldías gobernadas por partidos opositores al gobierno federal, a quienes se les habría exigido llevar a su familia y entre 10 y 20 personas más. Lo mismo ocurrió en varios estados del país, en donde, obviamente, también salieron a protestar los trabajadores de los organismos electorales locales

Por eso es un grave error de la gente cercana a López Obrador querer minimizar lo acontecido el día de ayer, es imposible ocultar la gran concentración humana que logró reunir la cúpula empresarial; este es el triunfo de un reducido grupo dueño del dinero en México que anhela regresar a los tiempos del neoliberalismo y gozar de las enormes canonjías que los gobiernos en turno les ofrecía, entre otras, la asignación de contratos multimillonarios y la exención del pago de impuestos, es decir, el saqueo de la nación.

La supuesta “defensa” del INE sirvió también como pretexto para exacerbar el descontento social que existe en contra de funcionarios del gobierno federal y gobiernos estatales que continúan con las dañinas prácticas de corrupción, impunidad y nepotismo. Cáncer que no ha podido ser erradicado y, por el contrario, en algunos estados éste se expande por las diferentes dependencias públicas en perjuicio directo de los ciudadanos a quienes se les prometió “no mentir, no robar y no traicionar”, pero, la cruda realidad nos demuestra que algunos mandatarios estatales hacen a un lado la máxima lopezobradorista, o, por lo menos, toleran que lo hagan sus subordinados, sin importarles el daño que ocasionan al proyecto político de quien los llevó a ocupar tan importante cargo.

La marcha de Claudio X. y partidos aliados debe ser una llamada de atención para el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ya que es bien sabido que el dinero lo puede todo, y comprar conciencias no les significaría mucho costo dadas sus altísimas pretensiones de recuperar el poder político.

Por lo demás, a quién no le gustaría que se acabara la vida de virreyes que se dan los consejeros del INE con altísimos salarios, muy por encima de lo que percibe mensualmente el presidente de la República; que se redujera el número de diputados y senadores, es decir, eliminación de los plurinominales; que ya sólo exista un órgano electoral que se encargue de organizar los comicios en los estados; que se redujeran también las prerrogativas de los partidos políticos; que no existan más fraudes electorales; entre otros puntos que contempla la reforma electoral propuesta por el presidente López Obrador, la cual, de acuerdo a una encuesta aplicada por el propio instituto electoral, recibió más del 70% de aprobación ciudadana.

Hoy más que nunca está claro que la nación tiene dos proyectos político-económicos muy bien definidos: el de la Cuarta Transformación, o revolución de las conciencias, enarbolado por el presidente de la República, y el proyecto de regreso al neoliberalismo encabezado por empresario profascista Claudio X. González.

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