
▲ Este municipio veracruzano continúa inundado, sin electricidad ni telefonía. Mientras habitantes de otros estados llevan víveres y ropa, en las partes altas funcionan tres albergues, ya saturados. Foto Alfredo Domínguez
- “Desde el jueves estamos sin agua sin luz, ni comida”, reprochan familias de damnificados
▲ Un habitante del mismo municipio, que perdió todo su patrimonio, hace limpieza en su casa. Foto Alfredo Domínguez
▲ Damnificados de Poza Rica, Veracruz, caminan entre agua y lodo por las calles inundadas, en busca de alimentos, tras el desbordamiento del río Cazones. Foto Alfredo Domínguez
▲ Los hermanos Floriberto y Eulalia López, y su sobrino, yacen bajo el puente José López Portillo, pues sigue anegada su casa, en Álamo, Veracruz. Foto Alfredo Domínguez
▲ En Álamo, Veracruz, personas de distintos estados instalaron mesas para entregar comida, artículos de primera necesidad y ropa a los afectados por las anegaciones. En Poza Rica, decenas de vehículos dañados permanecen en el lodo tras el desbordamiento del río Cazones. En Xicotepec, Puebla, vecinos de la Junta Auxiliar Ávila Camacho realizan labores de limpieza luego de las torrenciales precipitaciones. En Puerto Vallarta, elementos del Ejército Mexicano y de Protección Civil de Jalisco trasladaron a albergues a damnificados de las colonias Portales, Mojoneras, Parque Las Palmas, La Floresta y La Bobadilla. Foto Alfredo Domínguez, EsImagen y Ap
Fernando Camacho Servín
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 13 de octubre de 2025
Álamo, Ver., A más de 48 horas de la inundación que devastó buena parte de Álamo, decenas de colonias de la cabecera de este municipio del norte de Veracruz siguen anegadas o con graves afectaciones, ya que a diferencia de Poza Rica –donde el agua siguió su curso y bajó con más rapidez–, aquí no se ha podido desfogar.
Sin electricidad, sin agua corriente y sin señal telefónica ni de Internet, los alamenses tratan de retornar poco a poco a su vida normal, al tiempo que sacan el lodo de sus casas y negocios; pero la falta de comida y de agua hace que todo se vuelva más difícil de lo que ya es, y aunque la ayuda de las instituciones comienza a llegar, a ojos de los ciudadanos lo hacen con tardanza.
“Desde que empezó esto, el jueves en la noche, estamos sin agua y sin luz. Yo vivo en el piso de arriba de mi casa y el agua subió hasta allá, como a tres metros y medio. Y de atención, la mera verdad, no. (Los uniformados) pasan por la carretera, pero aquí no ha habido ayuda”, cuenta un colono de Heroica, sin mencionar su nombre.
En este asentamiento, las coladeras ya están totalmente rebasadas y “botan” el agua que reciben, lo que forma lagunas de agua sucia en las calles, donde los habitantes se ven obligados a enjuagar las pocas pertenencias que alcanzaron a rescatar de sus casas.
Un vecino de López Arias, taxista de profesión, se queja de la falta de ayuda de las autoridades. “Brillan por su ausencia. Ahorita nada más es la gente de las comunidades la que está llegando a dar comida, agua, pero de parte del gobierno… ni existen esos cabrones”, dice el hombre con mirada llorosa, pero también enojada.
Una de las zonas más afectadas es la colonia Aviación, la López Mateos y otros asentamientos aledaños, que al no tener una salida clara para el agua, se han convertido en una especie de “cazuela” donde se ha acumulado el líquido, sin vías de salida. Ahí, el agua fangosa tapa hasta el techo de decenas de casas, y comienza a llegar en el aire el olor a cuerpos en descomposición.
En las calles, donde la situación es un poco menos comprometida, de todas formas las personas que se animan a salir, deben transitar con el agua hasta la cintura. Ahí ya comenzaron a aparecer lanchas de la Cruz Roja para rescatar a la gente que se quedó atrapada en sus viviendas y dar atención médica.
Sin embargo, la sensación de que las autoridades locales siguen pasmadas se alimenta aún más con la información que comenzó a circular ayer, de que la gobernadora Rocío Nahle no renovó el seguro por daños catastróficos de este año para el estado, que estuvo vigente hasta el 30 de mayo pasado.
En redes sociales de divulgó el documento, en el cual se especifica que el seguro cancelado por la mandataria local incluía cobertura por posibles daños por eventos hidrometeorológicos, como ciclones, huracanes, lluvias severas e inundaciones. Justo lo que ahora padece la gente de esta región.
También en redes se dio a conocer el video de una estudiante de la Universidad Veracruzana que exige localizar con vida a unos 200 jóvenes que cursan licenciaturas en la Facultad de Ciencias de la Salud en la región Poza Rica-Tuxpan. “¡Queremos saber dónde están! ”
Al pasar las horas, y con la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a la región, cada vez se presentan más elementos de la Marina, la Guardia Nacional y el Ejército a Álamo, pero son las brigadas de voluntarios civiles las que tienen más presencia y asumen con más claridad la tarea de ayudar a la gente al repartirles comida, agua y ropa.
La ayuda civil, más ágil que la institucional
Por las cercanías del mercado El Barzón, que hasta ayer permanecía inundado, un grupo de personas camina, con palas y escobas, en busca de sitios donde se requiera su ayuda. Aunque en un principio los cascos y los chalecos reflejantes que portan los hacen parecer miembros de alguna institución, en realidad son vecinos que se hartaron de esperar. O quizá, nunca tuvieron la esperanza de recibir ayuda oportuna del gobierno.
Un joven, de pocas palabras, ilustra la actitud de quienes han tomado la labor de rescatarse con sus propias manos.
–¿Qué piensan de que la Marina no se aparece por aquí? –se le pregunta.
–Pues… equis, dice, encogiéndose de hombros. Como quiera nosotros lo hacemos voluntariamente. No hay pierde.
En el mismo ánimo está Pascual Cruz Hernández, quien junto con amigos y familiares vinieron desde Martínez de la Torre con todo lo necesario para hacer una taquiza, además de repartir agua y tortas, a las orillas de la carretera que va hacia Tampico, ahora afectada por la rotura parcial del puente José López Portillo.
Lo hicieron, cuenta, porque “hace 26 años en San Rafael nos pasó lo mismo; no igual, pero similar, y quedó la memoria. Por eso, en cuanto supimos que pasó esto, nos unimos para traer comida. Alcanzó como para 200 personas y aquí estamos, a gusto”.
–¿Y por qué si ustedes pueden, el gobierno todavía no llega aquí?
–Yo siempre he dicho que no te fijes lo que haga el de enfrente: haz tú lo que tengas que hacer, y ya lo demás, déjalo que se menee –dice, contundente.
En la zona ejidal de Álamo, en una parte más alta en comparación con las colonias afectadas, se instalaron en escuelas y auditorios al menos tres albergues administrados por el Ejército y la Guardia Nacional, actualmente ocupados a su máxima capacidad.
Allí, los usuarios reciben desayuno, comida y cena, además de atención médica y la oportunidad de asearse, explicó Fabián Cobos, secretario del ayuntamiento, quien indicó que muchos habitantes sólo pernoctan aquí, para después regresar en el día a sus casas y seguir limpiándolas de lodo.
En el patio de la escuela primaria Enrique Rebsamen se puede ver a un grupo de niños jugando a los “quemados”, gritando y riendo, ajenos, aunque sea por un momento, al estrés y la angustia de ver sus hogares sumidos en el fango.
Uno de los militares que trabajan en el albergue, a sabiendas de que la gente acusa a los uniformados de indolencia, asegura –en corto y sin decir su nombre– que sí están movilizándose para ayudar a los damnificados, pero se ha privilegiado llevar víveres y comida a las zonas donde sólo se puede llegar por aire.
“Sí hemos hecho cosas y ayudado, pero la verdad, también nos ha rebasado un poco” la magnitud del desastre, dice.
Tomado de: https://www.jornada.com.mx/2025/10/13/estados/039n1est