
Raúl Contreras Flores
Tocatlán, Tlax., 6 de noviembre de 2019.- En un hecho poco usual, el pasado 1 de noviembre José del Carmen Hernández Morales, presidente municipal de Tocatlán, encabezó el desfile del tradicional «Día de Muertos», ataviado con un disfraz parecido a la nueva versión de «The Joker», aunque con una apariencia tenebrosa de acuerdo a la circunstancias del momento.
Tras recorrer por más de una hora diferentes zonas del municipio, en donde se cantó el tradicional tema «Animalito», la nutrida caravana llegó a la plaza principal para dar inicio a una serie de actividades en las que destacó la explicación de la ofrenda colocada en honor de Arnulfo Luna Molina, primer presidente municipal (1952) de esta demarcación territorial.
En este contexto, Andrea América López Armas y Elizabeth Cortés Ramos, maestras del idioma inglés e informática, respectivamente, dieron lectura a una de las diferentes concepciones que se tienen acerca de esta festividad que da identidad al pueblo pluricultural de México.
Por la importancia del aporte realizado, a continuación se transcribe el texto leído por las citadas maestras del municipio:
«‘El Día de Muertos’ se ha convertido en una verdadera festividad nacional. El dolor, la tristeza y el llanto por el ser querido que dejó este mundo para partir al de los muertos se entremezclan con el colorido, la fiesta y la alegría, característica de los mexicanos.
A través de las ofrendas, vivos y muertos se reencuentran en una dimensión que les permite convivir, es por eso que los altares se colocan en una mesa con dos niveles que simbolizan el cielo y la tierra, si es de tres, se les añade el purgatorio. Los más grandes son de siete niveles, representan los pasos para llegar al descanso eterno.
Significado de los elementos indispensables de una ofrenda:
Agua: reflejo de la pureza. Ayuda a mitigar la sed del alma que viene de un largo camino y también fortalece su regreso.
Veladoras y cirios: su flama es la luz, la fe y la esperanza que guía en este y el otro mundo. Forma de cruz implica los cuatro puntos cardinales que orientan el camino del ánima a su casa.
El altar debe tener tres pisos, así se representa el pasado, el presente y el futuro.
El altar tiene que representar los cuatro elementos, que son: aire, fuego, tierra y agua.
El aire se representa con el papel picado (que deja correr el aire por los orificios).
El fuego, con la luz de las veladoras.
La tierra, con la cruz de ceniza (que debe ser de carbón de leña)
El agua, con una jarra de agua. El agua saciará la sed de tu difunto, purificará su alma y le dará fuerza para su regreso.
La cruz fue introducida por los evangelizadores españoles para darle un significado religioso a la veneración de los muertos que hacían los indígenas.
El petate, este artículo de origen prehispánico sirve como un lugar de descanso a los difuntos y para colocar los alimentos de la ofrenda.
Las flores con que se adorna el altar se llaman cempasúchil, porque su color naranja significa abundancia y su olor orienta al muerto.
Esta flor ayuda a los difuntos a encontrar el camino hacia la ofrenda. Su nombre deriva del náhuatl y significa «la flor de 20 pétalos».
La sal evitará que el alma se corrompa en su viaje de vuelta y pueda regresar el próximo año.
Las velas o cirios, antes que nada, deben ser de color blanco para simbolizar la pureza de los difuntos. Su luz será la guía para que las almas puedan llegar a su casa y también les ayudará a regresar al más allá.
El incienso o copal ahuyenta los malos espíritus para que el alma de nuestro ser querido pueda entrar sin problemas a nuestra casa.
Las calaveritas de azúcar representan los difuntos a quienes se les dedica la ofrenda; por eso deben llevar su nombre en la frente. Además, una vez terminada la celebración, se dice que las almas se alimentan de la esencia de estos objetos.
Pan de muerto, representa a los difuntos. Su origen viene de tiempos prehispánicos.
Comida favorita, para que el difunto recuerde los gratos momentos que pasó en la tierra y quiera volver. Y, por supuesto, debe haber una botella de tequila y pulque.»
Por otra parte, personal administrativo del ayuntamiento representó la obra teatral «La leyenda de la Llorona».
Posteriormente se dio paso a la lectura de calaveritas literarias y el concurso de disfraces, en el que de manera entusiasta participaron decenas de infantes con caracterizaciones de catrinas, calaveras y personajes de ultratumba, los ganadores recibieron simbólicos premios en efectivo.
De esta manera, las cerca de dos mil personas que se dieron cita en la plaza principal de Tocatlán, su sumaron a los festejos organizados por el munícipe José del Carmen Hernández Morales para celebrar el «Día de Muertos», en un ambiente de paz y armonía.