
Rodrigo Muñoz Reyes
Somos hijos de las aves, de águilas, de quetzales, de garzas, de colibríes, de cóndores…
Estamos unidos por el misticismo de estas bellas almas, por lo tanto, no podrán cortar nuestras alas, no podrán callar nuestro canto, no podrán cegar nuestra mirada que se encuentra fija en el bello horizonte, en la búsqueda de un lugar donde todos podamos vivir en armonía…ese es nuestro anhelo.
Algunos de nosotros podemos estar enjaulados, al acecho de los depredadores, pero el vuelo, el canto y la vista puesta en nuestro rumbo jamás se perderá, ya que siempre habrá una pequeña ave que ha logrado aprender cuál es el rumbo a seguir.
Cóndor, hoy has bebido de las aguas contaminadas que están interfiriendo con tu majestuoso vuelo, pero ni las aguas del mismo Leteo podrán hacer que olvides cómo volar y tu rumbo, tus hermanos cantaremos y volaremos para que sigas rumbo, para que podamos hacerlo juntos, como hermanos…
Somos guerreros, y hasta nuestro último aliento daremos batalla, y al final de nuestro paso terrenal iremos a volar rumbo a la eternidad…nuestro vuelo nunca podrá ser borrado de los cielos…
El águila te brinda apoyo, pero no será suficiente, ya que también está enferma por la cercanía de las aguas contaminadas…tal vez tu viaje sea más seguro en las tierras del Gran Oso, o del mítico dragón que está despertando, hermano, esperamos tu regreso…