
Imagen tomada de Internet
José Arellano Pérez
¿Será posible que nuestra gran eficacia para vivir en los
más diversos ambientes se vea eclipsada y a la postre
anulada, ante nuestra incapacidad de convivir los unos
con los otros? ¿Será posible que la humanidad,
habiendo conquistado todos los ambientes de la Tierra
(incluido el espacio extraterrestre), pueda estar llegando
a su término y nuestra civilización verse en peligro real
de desaparecer, sólo porque el ser humano no ha
logrado aún conquistarse a sí mismo, comprender su
naturaleza y actuar desde este entendimiento?
Del libro:
EL ÁRBOL DEL CONOCIMIENTO
Las bases biológicas del entendimiento humano
HUMBERTO MATURANA R.
FRANCISCO VARELA G.
Nuestra civilización es un gran conversatorio: conversamos, conversamos y conversamos. La palabra «conversar» viene del latín conversari y significa «vivir, dar vueltas, en compañía». Conversar es también vivir, habitar en compañía de otros.
El caso es que nuestro lenguaje, que es una de las herramientas que nos hemos inventado para conversar, es como una red inalámbrica que nos une y que traduce nuestras emociones a un orden lógico que nos permite comunicarnos.
Conversar es lo nuestro, es lo que crea nuestra humanidad, lo que permite la construcción de los consensos y de los disensos.
Conversar, es lo que permite ir hacia el otro, aunque en ese encuentro a veces nos enfrentemos con las máscaras que construimos para no sentirnos vulnerables.
Conversar, es ir hacia lo conocido, a lo seguro, pero también es ir a lo no explorado a lo desconocido de los otros y de nosotros mismos.
Cuando conversamos, entramos al intercambio, al ir y venir de emociones que ponemos a disposición de los otros, pero a través de un mapa, que hacemos pasar temporalmente, por una de las realidades que construimos.
Conversamos y al conversar vamos construyendo nuestra realidad y, al mismo tiempo, dejamos de ver otras realidades, donde las palabras no alcanzan.
Conversamos y conservamos parte de lo que fuimos, pero también incorporamos nuevas rutas para el ser que estamos siendo.
Conversamos y dejamos de ser lo que fuimos para ser lo que vamos, en poco tiempo, a dejar de ser.
Conversamos y despegamos hacia otra posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos en los otros.
En fin, somos seres conversantes, que creamos mundos con los demás y que construimos nuestros nichos de existencia. Cada uno de nosotros somos el ecosistema donde viven los otros.
Nuestros hijos viven dentro de esos ecosistemas que hoy mismo estamos creando nosotros.
Nuestros hijos no son el futuro, nosotros somos el futuro de nuestros hijos, porque creamos las condiciones en donde ellos se nutren y en donde conversando con nosotros reconocen su propia humanidad.
Una gran responsabilidad, se deduce de esta situación, una gran misión y oportunidad se gesta de este escenario: SOMOS LOS QUE HACEMOS PARA DEJAR DE SER LO QUE SOMOS y SOMOS LO QUE HACEMOS CON LO QUE HICIERON DE NOSOTROS.
Es ineludible lo que a cada quien corresponde, mientras más nos tardemos en reconocerlo, más tiempo viviremos en la inconsciencia y en la decadencia social en la que ahora nos encontramos.